jueves, 12 de octubre de 2017

Tiempo de volver a confiar.

El tiempo pasa demasiado deprisa, el verano se ha esfumado y ya estamos en Otoño... en teoría, porque sigue haciendo calor de día pese a que las noches se han vuelto frías.

En días como hoy hecho la vista atrás y me pierdo en los recuerdos, en los momentos de felicidad vividos con aquellos que quiero; en esos momentos de calma en que podía cerrar los ojos y disfrutar del olor del café recién hecho; en la alegría al ver a mis sobrinos descubrir poco a poco la vida... pero en esos recuerdos también hay partes oscuras, que me niego a ver a diario, pues si dejo que me arrastren, me absorben de tal manera que el tiempo se me escurre sin remedio y puedo pasar días sumergida en la melancolía.

¿Por qué hoy me pongo a escribir estas líneas? Quizás porque acabo de salir de una de esas etapas oscuras, en que sólo yo peleo con mis propios demonios. 

Es curioso como uno puede llegar a crear esa máscara ante los demás, una máscara que oculta tu lucha interior porque crees que nadie comprenderá jamás por lo que estás pasando, una máscara que actúa como una barrera para proteger a aquellos que quieres de tu tristeza, para embaucar a los demás con una sonrisa que no sientes en el alma, simplemente para evitar explicar por qué lloras en silencio; por no defraudarles; por no ser el centro de atención ni escuchar palabras que a fin de cuentas no son sentidas.

Y a veces... uno se acostumbra demasiado a llevar esa máscara, y se conciencia y piensa que esa fachada es la real, avanzas sin dudarlo, dejando pasar los días hasta que te miras al espejo y eres consciente de ese dolor que te atenaza la garganta y explotas... te derrumbas y te escondes en el baño sollozando contra la toalla para no despertar a tus seres queridos, porque es más fácil llorar a solas que explicarles que no estás bien. 

¿De donde viene ese miedo a contar la verdad? No creo que haya una sola respuesta para todos, pero quizás os pueda explicar de donde viene el mío.

Nunca he dado el primer paso. Siempre he esperado el mejor momento para actuar... aunque significara dejar pasar las oportunidades. 

¿Por qué? Llamadlo cobardía... llamadlo no querer molestar a los demás, llamadlo... no querer defraudar.

Lo he hecho durante tanto tiempo que soy una especialista en engañarme a mí misma, pero llega un momento en que necesitas dar el paso. 

Eso hice yo... me decidí y di el paso, me independicé... me fui a vivir sola a pesar de estar cerca de mis padres. Gocé por primera vez de la libertad en mucho tiempo, e hice muchos planes, quería comerme el mundo... Y lo hice, a mi manera. Encontré a una persona maravillosa, que me ha dado valor y seguridad... pero me duró poco. Porque no había pasado un año cuando falleció mi padre.

¿Sabéis que es lo que se siente cuando te carcomen los remordimientos? Si ese año, en vez de vivir mi vida, hubiera estado a su lado, quizás podría haberles ayudado más, quizás podría haber estado mas pendiente de él y de mi madre, quizás podría haber hecho más cosas... quizás simplemente hubiera disfrutado más de su compañía y en vez de perder el tiempo saliendo los fines de semana, habría estado a su lado, conversando, leyendo o viendo esas películas que nos gustaban a los dos.

Nunca voy a dejar de tener esos remordimientos, y es algo que me carcome día tras día. 

Han pasado seis años, y la herida sigue abierta. Y por más que lo intento, esa sensación de angustia no cesa. Asi que... ahora ¿cómo voy a volver a dar un paso por mí misma?

Y eso es lo que he estado haciendo... me preocupo por las personas que quiero, por los que están a mi alrededor, para sobrellevar el peso de mi angustia.

Va con mi carácter y no lo voy a cambiar, porque gracias a esos pequeños momentos en que lucho por animar a quienes aprecio; en que intento sacar la sonrisa a los demás; en que me levanto cada día para dar lo mejor de mí; en que conozco un poco más a los que me rodean y me llevo gratas sorpresas, siento que poco a poco las barreras van cayendo. No espero nada a cambio... porque ayudando a los demás me ayudo a mí misma.

No es fácil y en el camino a veces tropiezo, y vuelvo a caer en las dudas, la soledad, la angustia y la melancolía, pero lo intento... y espero que llegue al fín un día en que me sienta lo bastante segura para quitarme esta máscara... espero que llegue el tiempo de volver a confiar. 

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