martes, 3 de julio de 2018

Tengo que confesar algo...


Ya han pasado nuevamente más de tres meses, casi cuatro desde mi última entrada en este blog, y es hora de admitir algo: me he convertido en una persona triste.

Ahora viene la explicación a esta afirmación. Lo he comprendido después de una sabia crítica que han hecho sobre uno de los relatos en los que estoy trabajando, y cuyo resumen poco más o menos venía a decir: "El inicio es tan lúgubre y triste que te cuesta seguir avanzando, pero a mediados del relato parece como que coges carrerilla y ya no puedes parar de leer. Pero eso, el principio es demasiado deprimente, yo lo cambiaría"

Resultado, he vuelto a leer el texto objetivamente y después de ese, he leído otros... y he seguido por mis relatos cortos sin publicar, por las poesías... y sí, me inspiro mucho en la tristeza, en la melancolía, en los finales trágicos o las historias dramáticas. Y algo en mi ha saltado.

Podría responder ahora a las preguntas de Pablo Neruda: "Las lágrimas que no se lloran, ¿esperan en pequeños lagos? ¿o serán ríos invisibles que corren hacia la tristeza?"

Sinceramente creo que las lágrimas que reprimimos, que no lloramos, se enquistan abriendo un pequeño manantial de tristeza en lo más profundo de tu subconsciente. No es algo que percibas de manera consciente, pero la rabia, la tristeza, la angustia, ese sentimiento de inutilidad están ahí. Por muchas sonrisas que uses para enmascararlas, por muchos muros que levantes, por muchas responsabilidades que cojas... al final la presa desborda. Ya sea poco a poco, leves filtraciones entre las grietas o con una gran explosión que te deje temblando y al borde de la locura, al final... pasa.

Creo que hasta ahora he ido sobrellevando esto porque me desahogaba escribiendo, si me atreviera a dejaros leer todos mis escritos os sorprenderíais, pero es hora de cambiar. Es hora de dejar atrás el desahogarse en silencio con un papel, porque a veces es necesario dar el paso y abrir tu corazón y tus miedos ante otra persona.

Tengo suerte porque yo he encontrado a esa persona, al principio mucha gente me decía que estaba equivocada, pero puedo decir que me alegro de haber seguido mi corazón y contar con ella a mi lado. 

Tener a alguien que te escuche, que tenga paciencia y sea capaz de esperar, de recogerte una y otra vez cuando caes y darte el empujón que necesitas para seguir adelante es el mayor regalo que puedes tener en este mundo de locos.

Y es por eso, que quería confesaros en lo que me he convertido y en lo que aspiro a ser. 

Voy a intentar dar un paso tras otro, salir de este agujero en que me escondo, este caparazón que he creado a mi alrededor para empezar a vivir de nuevo. A entusiasmarme por todo aquello que la vida tiene que ofrecer, porque me he dado cuenta de que dejándome llevar por la tristeza no hago bien a nadie. Ni a mi pareja ni a mi familia ni a mis amigos.

Así que... espero que a partir de ahora mis escritos tengan una luz menos sombría y que eso refleje de verdad como me siento.

Gracias a todos por estar ahí, no solo a mi familia, sino a mi pareja (tienes el cielo ganado), y a todos aquellos a quienes considero amigos, gracias a vosotros por muy oscura que haya sido la noche, siempre había un resquicio de Luz. ♥

jueves, 22 de marzo de 2018

Y llega Marzo...



Llega Marzo, ya casi a mediados de mes y comenzamos oficialmente la primavera, este año de 2018 exactamente el martes 20 de Marzo. Pero este fin de semana ya ha nevado otra vez en la sierra, ahora mismo hace un frío que pela y el viento sopla fuertemente, a pesar de todo los cerezos, ciruelos y almendros ya están en flor.

Parece como si el invierno se resista a marcharse... muchos dirán que es el cambio climático, yo no sé que pensar porque ya son varios inviernos en que hace más frío en Enero del que haría en Noviembre, incluso recuerdo aquel año en que nevó en el mes de mayo.

Me vienen a la memoria en fechas semejantes, ver a mi padre con la bufanda, los guantes y el abrigo al volver del trabajo. Mi padre siempre decía que el tiempo era cíclico, y me explicaba la razón de los cambios que percibíamos, y aún a día de hoy, a pesar de no estar ya conmigo... veo que tiene razón.

Y empiezo a enlazar un recuerdo con otro... y me doy cuenta de que aunque pasa el tiempo, los recuerdos siempre presentes se vuelven más vivos.

Me encuentro muchas veces mirando un cuadro mientras escucho en mi cabeza la historia del mismo, o revisando un álbum de fotos y recordando en qué momento la sacamos, dónde estábamos, escucho su voz en ese instante en que sacaba la fotografía y no puedo por menos sonreír. Otros días siento la necesidad de acercarme al sofá donde solía sentarse y casi escucho el tenue sonido del pasar de página del periódico. Y aunque sé que ya no está aquí conmigo, superpongo la imagen de su recuerdo a la realidad, casi me parece verle en el sofá mirándome con una sonrisa mientras le acerco un té... y esos momentos duelen.

Como duele saber que ya ha pasado otro Dia del Padre sin que pudiera alegrarte con algún detalle, y que mañana será otro día en que no pueda celebrar contigo tu cumpleaños... No podré sorprenderte, madrugando para ir a vuestra casa y prepararte el desayuno, como era tradición en casa, no podré escuchar tu voz, ni abrazarte, ni decirte todo lo que te quiero y echo de menos.

Siete años desde tu último cumpleaños, siete años en que llegados a esta fecha siento que me ahogo, que el peso cae sobre mis hombros como si de un muro de piedras se tratara. Siento que me fallan las fuerzas, porque es en estos días cuando vuelvo a recordarlo todo exactamente como hace siete años... y me pregunto qué podría haber hecho para cambiar las cosas... todos y cada uno de mis días desde hace siete años pienso en ello. Pero no sé si es porque son fechas demasiado señaladas, que no puedo evitar sentir como se me desgarra el alma...

Aún hoy siento que te fallé, Padre...

Ojalá las cosas las hubiera hecho de otra forma, ojalá no hubiera perdido tanto el tiempo con otros problemas... ojalá hubiera sabido que quedaba tan poco tiempo, ojalá tuviera los conocimientos para haberte salvado... ojalá pudiera escucharte una vez más, abrazarte... y darte las gracias porque solo tú me entendías.

Llega Marzo y mi corazón se inunda de lágrimas, mi cabeza de recuerdos y mis manos se aferran a la nada esperando encontrar el eco de tu recuerdo.

Y llega Marzo... y aunque me derrumbe, me remonto a aquella noche en que nos quedamos hablando hasta la madrugada y atesoro tus palabras, y busco la fuerza en ellas para seguir adelante... y a veces lo consigo, pero otras veces, tan solo quiero llorarte. Porque me duele que no estés aquí, y tan solo encuentro el sosiego, vertiendo mis lamentos en forma de palabras en este rincón... con la esperanza de que estés donde estés puedas leerlas, y quizás algún día puedas responder a ellas.

Llega Marzo y sigues presente en mi vida Papá... te sigo echando de menos, como si no hubiera pasado el tiempo.

Feliz cumpleaños Papá, ojalá pudiera mañana darte un abrazo.